miércoles, enero 31, 2007

Tres tazas de Comandante

Los últimos días no he tenido tiempo, ni ánimos, para actualizar el blog; lo siento.

Han pasado unas cuantas cositas, pero nada trascendental; así que me permito retomar el hilo por la reciente reaparición pública de Fidel…Como dijo nuestro locuaz y repugnante Ricardo alarcón hace un par de días: al que no quiere caldo, se le dan tres tazas…de Comandante.

Aparte de su aspecto físico, bastante mejor de lo que pudiera esperarse, y de ciertas enigmáticas frases que con voz de abuelita de la Caperucita intercambia con Hugo Chávez, no hay nada de extraordinario o de novedoso en el nuevo video.

Fidel sigue siendo Castro, siempre dispuesto a ser protagonista de…algo, no importa si de una crisis apocalíptica, una escaramuza supuestamente heroica en unos pantanos en la costa cubana o de una campaña para salvar a la humanidad.

En efecto: en el video lo vemos dispuesto a ejercer de profeta salvador de la humanidad; sólo que su discurso, como el de los locos en el parque del pueblo, no viene a cuento, y es el propio Chávez(lo que hay que escuchar!) quien intenta darle coherencia a la conversación. Después de todo, según parece, lo mejor que le funciona al enfermo son los propios intestinos.

Fidel es un individuo irrepetible. Al menos a mi no deja de sorprenderme cómo es que se atreve a dárselas de ecologista, después de todos los desastres ecológicos padecidos por Cuba en todos estos años de Revolución a causa de sus imaginativos experimentos agrícolas. Todavía recuerdo cómo, a mediados de los años setenta, ejércitos de tractores de esteras derribaron en apenas unos pocos días kilómetros y kilómetros cuadrados de enormes bosques tropicales en toda la isla: allí vi los últimos colibríes, venados salvajes y pájaros carpinteros, hoy casi totalmente desparecidos.

Recuerdo mi dolor infinito, de niño sano e inocente, contemplando las enormes extensiones demolidas; los pájaros desorientados volando sin rumbo por el súbito desierto, en busca de agua; el sol, abrasador, de pronto, allá en lo alto.

La historia es conocida: las enormes extensiones de tierra nunca fueron plantadas de caña, como se preveía, y finalmente fueron ocupadas por el marabú, esa planta parásita que no sirve sino para carbón vegetal, y que evita, entre otras cosas, que los bosques de otras especies se establezcan o regeneren.

Así es, sencillamente, como Cuba llegó a transformarse en el enorme marabusal flotante que es hoy, nido de garrapatas y de piojillos.

Es sólo unos de los muchos desastres desatados por el voluntarismo de ese anciano cuya imagen sigue fascinando a buena parte de la progresía universal, algunos ecologistas incluidos; sólo un pequeño episodio…Pero a él y a sus acólitos, ¿qué les importa?

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