domingo, febrero 04, 2007

El APOGEO DE LA BAJA CULTURA

Con tedio, pero no sin cierta tenue e inevitable sorpresa, me leí esta mañana uno (otro más) de los amenazantes emails que han circulado por la red en estos días, en los que se me acusa, entre otras cosas, de feo y de anticastrista, lo cual parece ser igualmente ofensivo para este misterioso remitente (uno de ellos), ese Liborio Cantaclaro López (liboriocantaclaro@yahoo.es) que no desea o no puede mostrar su verdadera cara y que, además, no quiere que yo me entere de las tonterías que anda propagando sobre mí.

En efecto, no conocí el contenido del email de Liborio Cantaclaro (¡qué asco de nombrecito costumbrista!) hasta que uno de los destinatarios, el agente literario alemán Alexander Dobler, hizo el favor de reenviármelo. He aquí la tenue sorpresa con que lo leí: ¿porqué se lo enviaban a Alex y no a mí?, me pregunté, y acto seguido me fijé en que el resto de los destinatarios eran mis editores de Siruela,Silvia Meucci y Pascual Armingot;los editores alemanes Michi Strausfeld y Christoph Links; Juan Cerezo, de Tusquets; Karin Clark, del Pen Club Internacional; Emanuele Bettini, del Pen Club Italiano; Alejandro Armengol, periodista de El Nuevo Herald, traductores como Angelica Ammar y Klaus Laabs y la agente literaria Mercedes Casanova.

¿De dónde sacó este supuesto Liborio todas esas direcciones?Pues muy fácil: todas estas personas estuvieron incluidas como destinatarios en alguno de los emails que nos cruzamos un grupo de escritores y artistas cubanos hace unos días, como parte del debate acerca de la reaparición pública de los ejecutores de la política cultural estalinista que Fidel Castro nos impuso desde finales de los años sesenta. Pero, si es así, ¿por qué, entonces, el remitente no incluyó en su lista al resto de los destinatarios? Es decir, ¿por qué excluyó a los mismos escritores cubanos?

Esa es una buena pregunta, y la respuesta es simple: porque no se puede timar a quienes conocen la verdad de cerca.

Pero veamos el mensajito en cuestión (que ejemplifica y resume las calumnias con que se me ataca en esta ridícula campañita), a ver si adivinamos quién o quiénes lo escribieron, y con qué objetivos. He aquí la indecencia:

LAS MENTIRAS DEL ALMIQUI

PARA QUIENES SE REIAN DE ARZOLA CUANDO ANDABA POR CIEGO DE AVILA TRATANDO DE HECERLE CREER A TODO EL MUNDO, INCLUSIVE A SI MISMO, QUE ERA EL MEJOR ESCRITOR VIVO DE LA LENGUA, DESTINADO PARA RECIBIR EL PREMIO NOBEL A LA MAYOR BREVEDAD POSIBLE, HA DE RESULTAR AHORA DOBLEMENTE COMICO VERLO AUTOPROCLAMANDOSE COMO UN GRAN OPOSITOR ANTICOMUNISTA Y PERSEGUIDO POLITICO DEL REGIMEN DE FIDEL CASTRO.

Y LO DECIMOS (énfasis mio)PORQUE ES PUBLICO Y NOTORIO QUEA ARZOLA NUNCA LO HAN PERSEGUIDO NI LAS MOSCAS POR LO FEO QUE ES ASI QUE CONTRIMENOS LA SEGURIDAD DEL ESTADO DE LA REPUBLICA FEDERATIVA DE CIEGO DE AVILA, QUE ENTRE OTRAS COSAS PUSO SU MANO, UTILIZO SUS INFLUENCIAS, PARA HACER QUER LE OTORGARAN UNA CASA A ARZOLA EN UN EXCLUSIVO BARRIO DE CIEGO DE AVILA EN DONDE SOLAMENTE VIVEN MILITARES Y POLICIAS.

LOS OFICIALES DE LA SEGURIDAD, QUE SABEN QUE ES MENTIRA LO DE TODAS ESAS PERSECUSIONES QUE SE HA INVENTADO EL PERSONAJE, DEBEN DE ESTAR MUY ENOJADOS CON EL, PUES RECUERDAN QUE NO SOLAMENTE NUNCA LE TIRO UN HOLLEJO A UN CHINO EN LA LUCHA ANTICASTRISTA, SINO QUE INCLUSIVE LO DE SU DESERCION EN ALEMANIA SE LO DEBE A UN VIAJECITO QUE LE OTORGO EL REGIMEN.

DE VERDAD QUE HAY QUE VIVIR PARA VER, Y ESPERAMOS QUE EL MANCO DE LEPANTO, ES DECIR, EL FEO DE SANGUILY DEJE DE DIVULGAR LA FALSA HISTORIA DE SUS PERSECUSIONES POLITICAS PARA QUE NO LE SIGA CRECIENDO ESA TERRIBLE NARIZ RES PINGONA.


Al principio creí que semejante mamotreto era la obra de un bromista malintencionado y malediciente, de esos que a veces podemos encontrar entre los escritores, pero después comprendí que no era posible, porque los destinatarios de ese tipo de supuestas bromas son siempre otros escritores y nunca, como en este caso, un selecto grupo de editores, agentes literarios y traductores europeos. El propósito es, pues, claramente difamatorio.

Pido perdón a los lectores por reproducir semejante mensajito; cuando me lo leí, he dicho antes, no pude evitar que me invadiera cierto tedio: ya conocemos ese tono grosero, esa falta de imaginación y algunas de esas supuestas frases combativas, esa insolencia amenazante, esa misma descalificación del adversario y el intento de reducirlo a la nada, y, sobre todo, esas consabidas insinuaciones. Es el estrecho y siempre previsible arsenal que el castrismo tiene reservado para sus adversarios políticos, categoría en la que desde hace ya algún tiempo parecen haberme incluido.

¿Qué he hecho yo para merecer esto? La verdad no lo sé. No he dicho: “Ahora me declaro luchador anticastrista”, o: “En Cuba fui un anticastrista convencido y luché valerosamente por la Libertad”. Es más, confieso que, para conservar el pellejo, no me comporté de forma heroica, por ejemplo, promoviendo entre los intelectuales cubanos cartas de condena al linchamiento intelectual y casi físico del poeta Reynaldo Hernández Soto, que pasó años en las celdas de la cárcel de Canaleta (bien conocida por Raúl Rivero) por emplazar públicamente a Fidel Castro en ingenua carta abierta.

No es que me moleste la acusación de anticastrista; es que me niego a dedicarle mi vida a ese pobre anciano delirante. Ni en Cuba fui castrista, ni tengo por qué ser ahora anticastrista en este lado del charco.Bebamos cerveza mejor, a la orilla del Rhin, del Almendares, o de la cañada del Río de Machaca, en mi querido Ciego de Ávila.

Eso sí: me reservo mi derecho a decir lo que se me antoje y cuando se me antoje. A quien le guste puede, por ejemplo, visitar http://rajandola.blogspot.com, mi blog personal , que parece haber sido el detonante de la ira castrista; a quien no, que aruñe de rabia los camellos de la Habana a las doce del día en el mes de agosto. No siempre me privé en Cuba de rajar sobre Fidel o sobre lo que me diera la gana, y no me privaré de hacerlo ahora que he puesto mar de por medio (pues si: leyeron bien), gracias a una beca del DAAD (Deutscher Akademischer Austausch Dienst o German Academic Exchange Service), institución alemana para nada del agrado del régimen de La Habana.

A propósito, en su empresa burdamente difamatoria, este Liborio, típico instrumento del régimen, desconoce el asco con que los europeos(y cualquier persona decente) suelen leer este tipo de intento denigratorio.Enseguida reconocen esta especie de ripierismo tan arraigado y repulsivo: es como la cagada del pájaro castrista.

Sin ir más lejos, podemos leer ahora mismo en las páginas de La Jiribilla el ataque que el régimen le hace a Jorge Luis Arcos, en el artículo titulado“Jorge Luis Arcos: el regreso del Capitán Araña”.

Pero dejemos de lado por el momento el artículo en sí mismo,y detengámonos en las fotos. En todas ellas, Jorge Luis Arcos aparece junto a funcionarios importantes, antes de exiliarse en Madrid: el ministro de Cultura, Abel Prieto; el Presidente de Casa de las Américas,Roberto Fernández Retamar; el presidente y el vicepresidente del Instituto Cubano del Libro(ICL), Iroel Sánchez y Edel Morales,respectivamente, entre otros. Es el curioso método de acusar al prójimo, no tanto ya de ser un nuevo enemigo a liquidar, sino de haber sido un amigo o uno de los nuestros, que han usado con éxito (el método) tantas veces, la más notoria quizá contra el conocido disidente Elizardo Sánchez, no hace mucho tiempo. Es como si el castrismo se despreciara a sí mismo; como si estuviera consciente de su propia infamia.

En otro de los emails (este sí enviado a mi personalmente), alguien escribe, como parte de una larga cadena de insultos y una clara amenaza: “¡Verdad que la Cocacola es la bebida del olvido! ¿No recuerdas ya tus abrazos con los funcionarios de cultura? (Tenemos fotos si las quieres)”. Ese “nosotros”, y esa colección de fotos tan particular, aclaran bastante sobre quiénes están detrás de todo esto.

¿Qué, me van a sacar, como a Jorge Luis Arcos, los supuestos trapos sucios? Pues adelante. Sé que existen fotos mías abrazando a Abel Prieto(las tomaron cuando recibí el Premio Alejo Carpentier)y no dudo que puedan tener otras por el estilo. No porque sean funcionarios hay que odiarlos o despreciarlos; en definitiva, muchos de ellos son también pobres víctimas del sistema, engañados y hasta cegados por esa superstición que se llama fidelismo. A algunos los estimo todavía como seres humanos, a pesar de todo.

Otra de las imágenes muestra a Jorge Luis Arcos en la Feria del Libro de Guadalajara, según se apresura a aclarar un sospechoso pie de foto. Por supuesto, en este caso, lo que les interesa no es la imagen en sí misma (no contiene funcionarios), sino señalar el hecho de que Arcos había cogido“UN VIAJECITO QUE LE OTORGÓ EL RÉGIMEN”.

Está claro que esto último demuestra el significado de la política cultural cubana de los últimos años: el plata o plomo de los narcos sudamericanos. Es decir: mientras no estés “contra la Revolución (cualesquiera que sean los parámetros con que se defina qué es estar contra o con)”, hasta un viajecito de vez en cuando te damos; pero, ¡ay de ti si te pones en contra!.

Ya hemos visto cómo, en el correo que acabo de reproducir aquí, ese sospechoso Nosotros me acusa de haber disfrutado de uno de esos viajecitos. Según él, pude desertar (oh,Dios mío, ¡qué verbo!) en Alemania gracias a uno de ellos.

Nada más falso. Ya expliqué (y además Liborio Nojotros, quien quiera que sea, parece saberlo muy bien, a pesar de su aparente trastoque de viajecitos) cómo vine a parar a las tierras de los nibelungos. El viajecito que sí me dio el régimen,para seguir con la jerga cantaclariana, fue uno a Guadalajara en 2001, para presentar allí mi libro “La bandada Infinita”, Premio Alejo Carpentier de cuento del año anterior. Apuesto a que allí engrosaron la Colección de Fotos para Chantajes, con alguna que otra donde aparecemos Abel Prieto y yo, o Sacha y yo, o quién sabe quién demonios y yo.

Es el único viajecito, el único pasaje de avión que el sucio dinero del régimen me costeó nunca; los demás los pagaron instituciones europeas detestadas por La Habana (el DAAD, varios centros P.E.N europeos, la editorial Siruela, que es mi editorial,y el Ministerio de Cultura del gobierno español en tiempos de Aznar.)

Ya sé, ya sé: cómo les resulta imposible acusarme de formar parte de Nojotros, ahora pasarán a atacarme por no ser parte de Nojotros.Como ha quedado demostrado, es tan peligroso recibir cualquier menudencia del régimen, cómo recibir la plata de los narcos;como el diablo, vendrán puntualmente a por lo suyo, no importa cuando tiempo haya transcurrido ni cuánto hayamos cambiado.

No es un secreto para nadie que yo disfruté(cierto que por muy poco tiempo: desde que recibí el premio Alejo Carpentier en 2000, hasta que abandoné el país 2002), junto a una pequeña parte de los intelectuales cubanos, de ciertos privilegios reservados a la élite, (viajar, tener computadora y cuenta de email, etc.) como bien me hace notar Piojillos S.A, otro de los remitentes de mamotretos amenazadores.Estoy, por supuesto, de acuerdo en que tales cosas, consideradas como simples y baratos derechos en todo el mundo, no pueden menos que considerarse como grandes privilegios de la élite en países cómo Cuba o Corea del norte.

Ahora: cierto que tenía computadora (que compré con mis dólares en Madrid, durante un viaje que costeó Siruela,y que al regreso me escamotearon por meses); cierto que tenía email, que filtraban y violaban todos los días y que yo pagaba con dólares contantes y sonantes; y, por último, como dice Liborio,cierto que me dieron una casa, pero no gracias a la “SEGURIDAD DEL ESTADO DE LAREPÚBLICA FEDERATIVA DE CIEGO DE ÁVILA”, ni mucho menos “EN UN EXCLUSIVO BARRIODE CIEGO DE ÁVILA EN DONDE SOLAMENTE VIVEN MILITARES Y POLICÍAS”

Para ser bien contundentes, aclaremos en primer lugar que esa casa me la dio alguien que estaba muy por encima de la Seguridad del Estado de Ciego de Ávila. Es decir, se suponía que esa casa era exclusivamente un posible premio a la pasividad, al no estar en contra, como un medio de mantenerme controlado, y a largo plazo un recurso para chantajearme, siguiendo la ya mencionada política de plata o plomo, o del palo y la zanahoria, como querramos llamarla, y que supuestamente el Gobierno provincial me la dio por la presión de las instituciones culturales a nivel nacional.

Nada menos cierto que eso. En realidad, esa casa me la dio personal, o verticalmente (lo cual es un secreto a voces en Ciego de Ávila) un amigo de la infancia y luego camarada de mi padre en el Partido Comunista, nada menos que el miembro del Comité Central, antiguo segundo secretario del Partido Comunista en la Provincia de Ciego de Ávila y en esa época (alrededor del año 2000) Presidente del Gobierno de dicha provincia: Almindo Jiménez.

Es más, era de sobra conocido por todos en el mundillo,incluyendo a unos cuantos de esos funcionarios de cultura con los que al parecer comparto espacio en algunas fotos en poder de la STASI cubana , que ese hombre era mi amigo. Y digo era porque Almindo murió en un accidente de tráfico poco antes de mi partida al exilio, por lo cual revelo ahora estos datos.

Desde luego, a este hombre lo conocía porque era amigo de mi padre; pero en realidad mi amistad personal con él comenzó durante el más conocido de los problemas que tuve en Cuba. Muchos recuerdan todavía el asunto.¿Qué tal Edel Morales? ¿Te acuerdas muy bien de todo,verdad? ¿Te acuerdas, Sacha, Heras León, Abel Prieto?, por solo citar algunos de los funcionarios y escritores más conocidos, de los vinculados al poder. Por el momento me basta con que lo recuerden ellos, y mi amigo Francis Sánchez, que lo menciona de pasada en“La crisis de la baja Cultura” (fue él y mi otro amigo Adrián Castro quienes me fueron a buscar a Jatibonico, lleno de moretones de patadas hasta en el blanco de los ojos).

Hago esta digresión porque Liborio, que me atribuye la reclamación de combatiente anticastrista, pretende hacer creer que los problemas que tuve en Cuba hasta el mismo instante de mi salida eran pura ficción. Y porque Piojillos S.A, que sí se acuerda de ese encarcelamiento, lo atribuye a un escándalo público, es decir, a algo que no rozaba siquiera lo político.

Bueno, sí fue un buen escándalo: tanto, que desde la estratosfera política vino nada menos que el jefe del Cuerpo de Inspectores del Ministerio del Interior (habría que preguntarle a Mariela Castro Espín si es cierto que fue ella, al parecer siempre dispuesta a combatir excesos, quien recogió de la calle, o de la UNEAC, los rumores sobre lo sucedido en los cuarteles policiales de Jatibonico), el cual, en decisión conjunta (y extrajudicial, por cierto) con el Comité Central, archivó hasta el día de hoy las causas que por desacato a Fidel Castro, intento de propaganda enemiga y no sé qué otra tontería me estaban fabricando, por haber cometido el imperdonable delito de lesa ingenuidad, al querer denunciar “ante la comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas si fuese necesario” el salvajismo de las brigadas especiales,que cargaron a patadas y mamporrazos contra un grupo de escritores jóvenes,rompieron rótulas y cabezas de desconocidos (que encontré en aquella ergástula increíble de dos o tres metros cuadrados) y finalmente negaron durante días asistencia médica para escamotear pruebas.

Y hasta aquí la digresión. El asunto es que, después de la reunión que tuve con el Inspector del Ministerio del Interior venido de la Habana, la plana mayor del Partido y la Unión de Jóvenes Comunistas, y de la Seguridad del Estado en la provincia, en la cual se anunció que las causas contra mí quedaban selladas por decisión política, Almindo me dijo, apretándome el codo en señal de afecto y también para llevarme a un rincón donde sólo yo pudiera escucharlo: “Creo que no pensamos igual en muchos aspectos, pero no importa: lo admirable es que te atreves a decir lo que piensas y a defenderlo; saluda a tu padre y ven a verme cuando necesites algo”.

Todo esto ocurrió a principio de los años noventa; nunca le pedí nada a Almindo, sólo su apoyo cuando los sabuesos de la Seguridad del Estado me ladraban en los talones, esos nuevos perros enconados, viles e inescrupulosos que por esa época (principios de los 90) coparon los puestos vacantes de la vieja guardia, igualmente despiadada, pero de métodos y estilos más elegantes. Y así seguí en mis vagabundeos de siempre, sin trabajo, sin casa y casi sin familia, como me apresuro a aclarar. Sin embargo, en el año 1999 Almindo empezó a hablarme de la casita, para que dejara de vagabundear, y fue haciendo su política subterránea para que la presión viniera desde las instituciones culturas, como en efecto comenzó a suceder.

Ahora bien: mi padre era un viejo dirigente del Partido Comunista, fidelista convencido y ciego revolucionario hasta su muerte en 2002,en la miseria más absoluta, tras agonizar durante años a causa de múltiples accidentes cardiovasculares e isquemias cerebrales.

Lo admitiré, antes de que Nojotros lo haga con tan malas artes, como parece amenazar en uno de los correos: la vida de mi padre la acorté yo probablemente en veinte años. Apenas me volvió a hablar, desde que comenzaron nuestros problemas en mi adolescencia, un par de años antes de su muerte, precisamente cuando, desde su silla de ruedas, vio en el noticiero como Abel Prieto me entregaba el diploma del Premio Alejo Carpentier, el primer año en que éste fue convocado. Lloró mucho, mi pobre padre, según me contaron, y a partir de entonces solía hacerlo cada vez que yo iba a visitarlo a Sanguily, mi pequeño pueblito de siempre: “el escritor”, decía, con orgullo.

Pero antes de esos dulces momentos finales hubo mucha amargura. Confieso, por ejemplo, que siendo adolescente desenvainé un macheteen su contra… Nos separaban demasiadas cosas, “porque tu papá creía que eso (la literatura) era cosas de maricones y su hijo no podía rajarse como la leña, aunque corran oscuras historias por ahí”, según me escribe con profusión de interesantes detalles Piojillos S.A en uno de los emails.

Recuerdo que la primera vez que dije: “Fidel Castro, hijoe!!!” fue simplemente por contradecir a mi padre. Reconozco que puse demasiada energía en ese grito inútil. Pero yo no era más que un adolescente.

Por último, me gustaría decir simplemente que el “EXCLUSIVO BARRIO DE CIEGO DE ÁVILA EN DONDE SOLAMENTE VIVEN MILITARES Y POLICIAS” de que habla Liborio no es otro que…Chincha Coja. Es más, mi casa ni siquiera estaba en Chincha Coja, sino mucho más allá, en El Camino del Jiquí. ¿Bastaría si les contara que mi casa era literalmente la último del pueblo?

Quien conozca Ciego de Ávila (Reynaldo Gonzáles, por ejemplo) se estará riendo en estos momentos; aunque me imagino que con esos nombres de barrios no es siquiera necesario haber andado por allá para hacerse una idea de lo que digo.

Hay más: mi famosa casa era una de esas llamadas de bajo coste y de calidad todavía más baja:las tejas volaban con nubes de polvo al menor viento; las paredes se podían tumbar a patadas y se deshacían solas en primavera, de tanta humedad que acumulaban. Eran casas para personas muy pobres o semivagabundos como yo, no para los verdaderos privilegiados del régimen. Mi mujer y yo hasta nos enfermamos de los pulmones.

Pero entremos de lleno en el punto final, que es más interesante que todos estos detalles de mi biografía personal. Los tiros vienen por el mismo costado de siempre: a los escritores cubanos exiliados que participamos en el debate no sólo se nos excluyó del posterior desarrollo del mismo, sino que algunos escritores oficialistas, así como la infame declaración de la UNEAC, nos etiquetaron de “anexionistas”y demás; a Jorge Luis Arcos le dedican un no menos infame artículo con profusión de fotos escogidas de entre la amplia Colección de Chantaje y lo señalan como a un aspirante a ocupar “la vacante que dejara Jesús Díaz al morir”; a mí tratan de intimidarme con correos anónimos en los que los remitentes mezclan infamia y detalles de mi vida que sólo el ojo del Gran Hermano pudiera haber acumulado en la retina; a Francis Sánchez, allá en el insilio terrible de la Provincia, comienzan a cerrarle el cerco para una futura desactivación, según indican unos cuántas noticias alarmantes que llegan.

Esta claro que se trata de una campaña difamatoria de baja intensidad contra los otros, los anexionistas,los malos de la película del debate acerca del pavonato, y que una vez más la calle, es decir Cuba entera, es sólo para los revolucionarios.

Pero veamos: una de las personas que arremeten contra Francis, en un artículo que circula estos días por email,es un poeta de provincias, que ganó hace un par de años el premio Casa de las Américas. El artículo, titulado “Un poquito de vergüenza por nosotros mismos” está concebido como una respuesta a “La crisis de la Baja Cultura”, de Francis, y contiene lindezas como esta: “...los intelectuales de nuestro país ahora más que nunca son parte de ese espacio abierto, de estar frente a la historia y nadie puede juzgar que ese movimiento de intelectuales que existe de modo espontáneo, heterogéneo y múltiple, tenga hoy un compromiso que no sea ese acercamiento a la Revolución; la propia poesía es un verdadero ejemplo, toda la poesía cubana hoy está validando ese compromiso”.

Independientemente de la calidad literaria que pueda tener semejante fragmento de…¿ensayo?, no tengo derecho a suponer que su autor pueda ser un poeta u escritor mediocre; es más, no cometeré tamaña ligereza hasta que, por lo menos, un par de libros suyos me lo hayan probado; concedámosle, pues, a Boitel(que tal es el curioso apellido que heredó de su padre) el beneficio de la duda y admitámoslo en nuestro seno. Y preguntemos: ¿por qué te has prestado para esto, colega Boitel?

O si no, dejémosle en paz, y contemplemos simple y compasivamente la actitud que ha asumido uno de nuestros colegas. Vayamos más allá: observemos que quien escribió el artículo contra Jorge Luis Arcos es también un colega (buen cuentista, me han dicho), así como tal vez alguno de entre quienes me están enviando los correos anónimos, o semianónimos. ¿No son también colegas, y escritores brillantes, algunos de entre quienes nos han etiquetado de anexionistas?

Una cosa salta a la vista: nos hemos insultado, menospreciado y ninguneado unos a otros; ha sido, a veces, un intercambio amargo e interminable de reproches, como si el problema fuera entre escritores, los buenos contra los malos, cualesquiera que sea el valor que nos adjudiquemos en esta ecuación de dos factores, en esta película en blanco y negro. Algunos buenos colegas, desde hace años convertidos en meros funcionarios, han tirado sus carreras, y a veces hasta su honra personal, por la nauseabunda borda del barco castrista. ¿Y para qué?, me pregunto yo…

Vamos, vale la pena formular juntos la pregunta: ¿dónde están los verdaderos culpables? Que sean ellos quienes den de una vez la cara por el enorme desastre que es Cuba hoy.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Quien tuvo la suerte de conocer a Arzola en Ciego se convence una vez mas al leer las idioteces de este CONTRIMENOS que nada de lo que dicen los castristas es como es, en fin que los que un dia se han creido alguna de las patrañas inventadas por ellos debe saber que ha sido estafado. Bien se de las mil y una personas que tuvo que ver Arzola por sacar de su "prision" a esa PC comprada con su dinero en España lo que debiera ser verguenza teniendo en cuenta que a esas alturas ya tenia él el premio Alejo Carpentier y como minimo, como todo escritor de este mundo a finales del siglo XX, debia tener una PC para escribir. Quien sabe donde vivia Arzola en Ciego bien sabe que ese barrio exclusivo (bien podiamos nombrarlo Alturas del Camino de Jiqui para darle bastante aires de exclusividad) son miserables casas de el archiconocido en Cuba prefabricado, entiendase algo un poco mejor que una choza. Por lo demas no creo que nadie tenga que ser un perseguido politico para opinar sobre la inmundicia que tuvo que vivir en su pais. Felicidades Arzola porque lejos de tu patria no te olvidas de ella y haces algo porque todos conozcan la verdad, yo si tuviese condiciones de escritor haria lo mismo.